Cómo potenciar el pensamiento crítico entre tu alumnado

11 de Diciembre 2024

Cómo potenciar el pensamiento crítico entre tu alumnado

Ser Maestro
Imagen de una bombilla dando luz

El pensamiento crítico nos permite dudar de afirmaciones que damos por sentadas, alejándonos de la ignorancia y sus consecuencias. Desde los tiempos de la Antigua Grecia, ha sido uno de los protagonistas de la formación de los más jóvenes, pero ¿cuáles son sus características y cómo podemos ponerlo en práctica en las aulas actuales? 

 

Pensando el pensamiento

La incidencia del pensamiento crítico en el desarrollo moral de las personas y la importancia que tiene en la vida en sociedad lo han convertido en un pilar educativo de la mano de los siguientes motivos:

  • Mejora el pensamiento de las personas al ofrecer herramientas para la disciplina de pensamiento a través de preguntas como cuál es la información, quién la emite, cuándo lo hace o cómo lo hace, y así poder comprobar su veracidad.
  • Capacita para saber qué es lo más relevante de una información, dejando de lado el ruido que pueda rodearla para analizarla con objetividad. La búsqueda de claridad es clave en este sentido.
  • Supone un aprendizaje activo, ya que para criticar la información hay que prestarle atención hasta el punto de entenderla y, hecho esto, cuestionarla.
  • Retroalimenta las ganas de saber, al no conformarse de entrada en lo que se da por sabido, afianzando el aprendizaje no desde la obligación sino desde la pasión por conocer la verdad.

 

Cómo sentar las bases para un pensamiento crítico

Alcanzar el pensamiento crítico no siempre depende de los contenidos que puedan estudiarse, la edad o incluso el nivel de estudios de la persona en cuestión. Es un método, una forma de pensar que puede ponerse en práctica sin necesidad de vincularse a un campo de conocimientos específico, a través de los siguientes consejos:

  • Abrir la mente a otras formas de pensar ajenas, y a veces contrarias a las propias. Este es el primer paso para poner en duda las propias ideas respecto a lo que damos por sentado. Y a poco que se exponga a las de los demás la revisión de las ideas propias será inevitable. Esto no significa que debamos entregarnos a la opinión de los demás o a su forma de ver el mundo, solo escuchar de forma activa lo que tienen que decir sin estar esperando el turno para hablar.
  • Complementando lo anterior, dudar hasta demostrar si lo que se nos dice es cierto o no es una buena manera de contrastar nuestras ideas con las de los demás. Pero hay que evitar el caer en el escepticismo absoluto o desacreditar la razón para alcanzar la verdad. Si se tiene la sensación de que ésta se nos escapa eso no significa que no pueda establecerse. Significa que aún no lo hemos conseguido y debemos seguir intentándolo.
  • Ser capaz de leer la información no solo por lo que ofrece si no por lo que esconde u omite, directamente. Esta es una capacidad que se desarrolla a través de la práctica y, también, del conocimiento que tengamos sobre la información en cuestión. Saber qué podria dar de sí o cuál es su contexto permite hacerse una idea de lo que se omite y por qué.
  • Rechazar todo dogmatismo. Asumir que todos tenemos un punto de vista y que, a veces, ese punto de vista condiciona como percibimos las cosas es dar el primer paso hacia la humildad. Una cualidad imprescindible para asimilar los matices que ofrece el pensamiento crítico, y para no caer en la trampa de cuestionar la información ajena sin hacerlo antes con la propia.

 

Cómo incentivar el pensamiento crítico en el aula

Aunque esté al alcance de todo el mundo, el pensamiento crítico requiere de unas condiciones para desarrollarse plenamente. Y no hay mejor lugar para hacerlo que el contexto educativo, especialmente a edades tempranas. Ahora bien ¿cómo hacerlo?

  • Generando confianza en clase para que la duda y las preguntas no sean vistas como un cuestionamiento de la autoridad del profesorado. Expresar esta máxima en voz alta dirigiéndose al alumnado es una buena forma de introducir este contexto, poniéndolo en práctica a través de preguntas dirigidas a alumnos y alumnas. Y predicar con el ejemplo, asumiendo los errores propios, o la ignorancia sobre algunas de las preguntas que puedan hacerse en el aula es otra buena estrategia a seguir, en este sentido. 
  • Impulsando actividades o dinámicas que incluyan debates, contrastar información o elementos propios de la alfabetización digital crítica. El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) suele implicar muchos de estos aprendizajes y métodos, ya que toda resolución de problemas va acompañada de la puesta en práctica del pensamiento crítico.
  • Infiltrando elementos o referentes que den alas al pensamiento crítico como textos o ejemplos filosóficos que obliguen a pensar al lector. Vincularlos a la experiencia vital del alumnado para alejarlos de la impresión de que es pura teoría suele dar resultados exitosos, afianzando su reflexión.
  • Promoviendo la imaginación a través de lecturas literarias y visionados de películas o fragmentos audiovisuales, que luego pueden ser tratados en el aula como parte de una materia. Libros y películas pueden servir para trabajar valores como la alteridad y el ponerse en la piel de otro, abriendo la puerta a muchas de las cualidades del pensamiento crítico.

 

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Para saber más:

Video: Educar en el pensamiento crítico, por José Carlos Ruiz.

Artículo: Pensamiento Crítico y Pedagogía Crítica: coincidencias y complementariedades, por Ana Ayuste González y Jaume Trilla Bernet.

Artículo: AulaPlaneta pone en marcha el proyecto Desafío Discovery.