«El gran reto es que el alumno cambie primero su actitud hacia las matemáticas»
Hablamos con el profesor Salvador Vidal sobre el aprendizaje de las matemáticas y sus métodos para motivar a los alumnos, sobre la incorporación de las nuevas tecnologías en el aula y sobre el papel del profesor en la educación. Una interesante conversación en la que Vidal desvela algunas claves de su larga experiencia como docente.
- ¿Puedes hablarnos de tu carrera? ¿Cómo te presentarías a nivel profesional? ¿Y a nivel vocacional?
Me llamo Salvador Vidal, soy licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Barcelona, donde hice también el doctorado en Ciencias de la Educación. Actualmente soy profesor de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad Internacional de Cataluña, UIC. Barcelona He trabajado en escuelas durante veinte años, dando clases de Física, de Química, de Tecnología y, sobre todo, de Matemáticas. Podríamos decir que las Matemáticas son mi vocación.
En la universidad estoy dando clases a alumnos que van a ser profesores, y creo que es enriquecedor y útil para ellos, ya que puedo explicarles desde mi experiencia todo aquello que he aprendido. Intento compartir buenos momentos con las matemáticas; intento darle siempre a la enseñanza una visión positiva, de buen humor, de alegría y de ilusión.
Hice mi tesis doctoral sobre la motivación en las matemáticas y, en concreto, sobre una idea –la celebración del día del número– de la que hablaré más tarde. Mi mayor preocupación entonces era que los alumnos estuvieran motivados. No deja de ser curioso que, veinte años después, la neurociencia me esté dando la razón sobre algunas propuestas de mi tesis: que con buen humor, con juegos y retos, con dinámica de grupos y trabajos cooperativos se aprende mejor.
- ¿Y cómo aplica en el aula esa motivación?
Por ejemplo, empezando la clase con una incógnita como esta: «¿La mitad de dos más dos es tres?». Los alumnos se quedan desconcertados. Les propongo ese reto, y a partir de ahí ellos empiezan a investigar.
En la facultad no me preocupa tanto que los alumnos no se acuerden de las lecciones de mates: lo que me preocupa es que no les gusten. Si hace tiempo que no has estudiado matemáticas, pero tienes buen recuerdo de la asignatura, pondrás interés a la hora de volver a aprenderlas; en cambio, es más difícil si tienes un mal recuerdo de la asignatura (y normalmente eso ocurre porque te las han enseñado mal). En la Facultad de Educación tienes que aprender matemáticas y didáctica. Ambas son indisolubles.
El gran reto es que el alumno cambie primero su actitud hacia las matemáticas. De ahí que empiece las clases con alguna curiosidad, con un juego de manos, con magia o con un acertijo… Los primeros días preparo unos cuantos acertijos; luego les invito a que los propongan ellos. De esa manera se involucran.
- ¿Qué importancia tendrían las matemáticas para la vida de las personas?
Lo primero que le digo a los alumnos cuando empieza el curso es que las matemáticas nos facilitan la vida. Durante los tres cursos intento demostrarles que sin matemáticas no podríamos vivir. ¿Cómo lo hago? Las relaciono con el día a día: con la hora a la que nos levantamos, con los horarios que seguimos, con las direcciones, las compras, las ventas, los cromos… Les recuerdo que, de una manera u otra, las matemáticas están en todas partes y nos hacen la vida más fácil.
Para ejemplificar lo importante que son las matemáticas en nuestra vida suelo hablar también de la primera calculadora que surgió en el paleolítico: por aquel entonces cada cazador cuando salía de su cueva por la mañana tenía que coger la piedra de un montoncito controlado por el jefe de la tribu. Al caer la noche, el recuento de piedras ayudaba a saber cuántos cazadores no habían regresado. Ese fue el primer ábaco creado por el ser humano.
A lo largo de la historia, las matemáticas han sido nuestras aliadas para la vida práctica. Cuando la humanidad se asentó en las tierras y empezaron a cultivar y a criar ganado, los números naturales nos sirvieron para el intercambio de bienes. Aparecieron los números negativos no se inventaron para complicarnos la vida, sino para resolver problemas. Y lo mismo ocurrió con las fracciones, muy útiles a la hora de repartir herencias si las había. En resumen, los números aparecen para resolver problemas de la vida cotidiana. Y seguimos en ello: detrás de cualquier invento siempre hay un cálculo matemático.
- Una vez acabada la Secundaria, las matemáticas desaparecen como materia de estudio. ¿Por qué cree que en cierto momento dejan de estudiarse matemáticas si tienen ese interés a nivel práctico?
Desde hace años, tenemos un problema con respecto a la vocación científica. Hicimos un estudio con alumnos de entre 12 y 16 años para intentar descifrar por qué prefieren hacer bachillerato social o humanística en lugar de bachillerato científico. La respuesta está en que la vocación científica se pierde entre los 6 y los 12 años. Es en esa franja cuando habría que conquistar a los pequeños investigadores científicos. Muchos llegan a los 12 años sin ganas de estudiar más matemáticas, y puede que se deba a que no se enseñan bien: no hay motivación ni ganas ni entusiasmo. En las clases que yo propongo hay música, hay teatro, hay magia.
Cuando me hicieron jefe del Departamento de Matemáticas en la escuela donde trabajé durante muchos años, me preocupó mucho que las matemáticas fueran el hueso de las asignaturas. Estaba considerada como una asignatura pesada y aburrida. Podía entender que la asignatura presentara cierta dificultad, lo que no podía entender era que no le gustara a nadie. Fue por aquel entonces cuando surgió la idea del día del número. Si había un día del libro, un día del medio ambiente o un día del deporte, ¿por qué no había un día del número? Me puse de acuerdo con el grupo de profesores de mates: tenía la intención de dar una visión lúdica de las matemáticas en la que hubiera magia, entretenimiento, jeroglíficos, películas, juegos… Hice una pequeña encuesta sobre actitud y afectividad con respecto a las matemáticas poco antes de la primera celebración del día del número y la misma encuesta después de la celebración. El resultado me daba la razón: la actitud con respecto a las matemáticas había cambiado. Los alumnos se dieron cuenta de que las matemáticas también servían para divertirse, para reírse y entretenerse. Descubrieron que las matemáticas podían ser apasionantes: se interesaron por las vidas de Pitágoras, de Euler, Fibonacci, etc., se dieron cuenta de que en el deporte sería impensable vivir sin matemáticas. ¿Es posible una liga de fútbol, un campeonato de baloncesto o unas Olimpiadas sin números?
Fue tal el éxito el día del número que se repitió año tras año. Esa idea se extendió primero por distintos colegios de Cataluña y después también por el resto de España. He compartido esa experiencia con compañeros de escuelas de Latinoamérica. En Argentina, Perú, Panamá, Guatemala en Puerto Rico se celebra también el día del número.
Ahora la neurociencia afirma que si cambiamos de actitud, si trabajamos con ilusión y buen humor y explicamos las cosas de forma amena el aprendizaje mejora. Una de mis máximas es que el buen humor es la alta velocidad de la creatividad. Si planteas tus clases con buen humor, con interés e ilusión se logran cosas maravillosas. También ayuda el trabajo en equipo, las dinámicas de grupo. Otro factor clave es el juego. ¿Un ejemplo? Construyendo el Tangram puedes explicar a Pitágoras. ¿Cómo explico el número pi a mis alumnos? Les doy unos cuantos círculos (un plato, un vaso, etc.) y les digo que midan la circunferencia y el diámetro; luego les hago dividir la longitud por el diámetro. El resultado es el mismo… Se quedan fascinados cuando les digo que han descubierto el número pi.
Es de ese modo, con retos, cómo aprenden y se motivan. El profesor tiene que acompañar al alumno al éxito, aunque sea en la distancia.
- Quizá sería un cambio que debería venir del profesorado: cómo se enseña.
Estoy de acuerdo en que el cómo es muy importante. Para mí existen tres aspectos fundamentales en la enseñanza: actitud, procedimientos (cuantos más sentidos utilicemos para aprender, mejor) y luego, a partir de ahí, deben extraerse los contenidos. Por suerte en muchas escuelas ya se va adoptando ese modelo.
- A día de hoy, existen algunas herramientas online como Matic, de aulaPlaneta, que ofrece a los profesores de Secundaria la posibilidad de potenciar el aprendizaje de las matemáticas de forma personalizada y adaptada a las necesidades de cada alumno. ¿Qué opinas sobre esta nueva forma de aprendizaje adaptativo propio de la era digital?
Perfecto, me parece una gran ayuda que debe potenciarse y pienso que es una fuente de motivación, puesto que nos permite hacer una clase más personalizada y atender a la diversidad del aula. Es un instrumento más, pero no debe ser el único. La variedad de instrumentos y metodologías para enseñar matemáticas hace que la materia sea más atractiva. Debemos reforzar las TIC, pero sin olvidar que educamos a personas. Primero es la persona y después la materia. Si hay buena sintonía con el profesor, el alumno aprende mejor. No podemos convertirnos en meros “Teacherbot”. Debemos tener en cuenta el “amor pedagógico” como punto de unión entre el educado y el educando, y ello solo se puede conseguir con la presencia del profesor.
- Hace un tiempo entrevistamos a Josep Maria Puig, uno de los mayores exponentes del método Aprendizaje-Servicio, ¿cómo se aplicaría en su caso?
En nuestra facultad ofrecemos la posibilidad de que hagan las prácticas en Guatemala, donde tenemos un convenio con una fundación y con distintas escuelas. El encargo era muy sencillo: me pidieron un programa de Aprendizaje-Servicio para reforzar las matemáticas, sobre todo en las niñas que tienen dificultad con esa asignatura. Esa dificultad responde a un problema concreto: las niñas faltan con frecuencia a clase, puesto que si alguien en la familia se pone enfermo, ellas son las encargadas de cuidarlo.
Quienes hicieron las prácticas elaboraron un cuaderno para las niñas, otros cuadernillos para el profesor. Al final se hicieron seis cuadernillos que resultaron muy útiles. Los alumnos que van a Guatemala vienen transformados, porque es una experiencia dura e intensa, pero también muy enriquecedora. Hay que hacer ese esfuerzo, porque el Aprendizaje-Servicio es el futuro.
- Hay quien sostiene que las matemáticas parecen haberse quedado reducidas a una burbuja que no está en contacto ni con el mundo ni con el resto de materias. ¿Qué te parece la Metodología STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)? ¿Crees que es adecuada esa transversalidad que aúna distintas ramas de la ciencia? ¿Añade algo nuevo?
Aunar disciplinas es interesantísimo. Pienso que las matemáticas dan soporte a muchas materias e integrarlas con la medicina, con la ingeniería, la arquitectura o con la informática es fundamental. Las matemáticas nos ayudan en cualquier aspecto. No hay que pensar en las matemáticas como en una disciplina abstracta, sino como en algo que nos facilita los recursos.
Insisto en que lo ideal para cogerle cariño a las matemáticas es verle la utilidad desde el principio. Creo que a los alumnos les ayuda el hecho de que relaciones las matemáticas a otros conceptos. Por ejemplo, hace poco he mandando un trabajo a mis alumnos en el que tienen que relacionar las matemáticas y las fiestas.
- ¿Cómo?
Muy sencillo. Eligen una fiesta tradicional cualquiera. Luego tienen que relacionarla con distintos aspectos: el social, el cultural, etc. Por ejemplo, ¿hay música? ¿Y teatro? ¿Alguna exposición? ¿Habrá comida? A continuación tienen que hacer presupuestos, ¿cuánto cuesta cada cosa? El truco es relacionarlo todo con las matemáticas.
- En ese sentido, las matemáticas funcionan como un motor creativo…
Exactamente. Funcionan como un motor creativo que nos abre muchísimas puertas. No es algo que se inventaran los pitagóricos. Las matemáticas siguen vivas y sirven para ayudar. Un ejemplo curioso: ante el aumento del número de vuelos, uno de los problemas matemáticos que se están investigando es cómo agilizar la subida y la bajada del avión. Es una muestra más de que las matemáticas sirven para ayudar.
- ¿Te gustaría añadir una reflexión final?
Reconozco que cuando me propusieron dejar la escuela en la que había estado tantos años para trabajar en la universidad tuve mis dudas y preocupaciones. Pero pronto vi claro que podía ser interesante compartir las experiencias que había tenido a lo largo de estos años. Estoy contento porque la neurociencia está confirmando algunas de las teorías en las que yo pensé hace muchos años: que la autoestima, la motivación, el interés y el respeto son indispensables para el aprendizaje. La autoridad se gana con respeto. Tienes que respetar al alumno para que te respeten a ti. Una de las cosas que más me ha emocionado oír de mis alumnos en la Facultad de Educación es esta: «Nos gusta tu manera de trabajar porque además de enseñarnos matemáticas nos has enseñado a ser personas». Siempre les digo lo mismo: «Seréis profesores de lenguas, seréis profesores de sociales o de matemáticas, pero ante todo seréis profesores de personas». Explico mi experiencia sobre cómo ganarse el respeto de los aldetalladamente en mi libro El día del número, motivación de la matemática (Saarbrücken: Publicia, 2013).