Samanta Biosca: “El sentido del humor y el sentido común son dos aliados perfectos para la educación”

09 de Junio 2013

Samanta Biosca: “El sentido del humor y el sentido común son dos aliados perfectos para la educación”

Entrevistas

Licenciada en Filología y coach acreditada por la ICF (Federación Internacional de Coaches), Samanta Biosca se dedicó durante 17 años a la docencia y ahora utiliza su experiencia y su preparación como coach para ayudar a docentes y padres en la formación y tutela de niños y jóvenes, especialmente en el caso de adolescentes difíciles. Hablamos con ella de los problemas que afrontan los profesores en las aulas y, más concretamente, en los cursos de Secundaria, cuando los estudiantes inician la preadolescencia y adolescencia.

¿Cuáles son las principales problemáticas que debe afrontar el docente en las aulas?

Samanta Biosca: En estos momentos hay varias problemáticas en las aulas, para resumir creo que la más importante es que seguimos con un sistema educativo demasiado tradicional que establece una mayor distancia entre el docente y el alumnado. El profesorado debe cambiar la manera de explicar y dar sus clases, hay que crear una relación horizontal con los alumnos y dejar de sentir que el profesor está por encima con una relación vertical, siempre desde el respeto, claro está. Hay que hacer clases más activas y dejar de dar lecciones magistrales dónde la única voz que se escucha es la del profesor.

¿Son los mismos problemas que ha habido siempre? ¿O han surgido nuevas situaciones que exijan una formación especializada de los docentes?

Los problemas han ido cambiando mucho en los últimos años, la sociedad también cambia y de una manera más que veloz. Los profesores no disfrutan de ningún tipo de respeto social como tenían antes, sino todo lo contrario: se les cuestiona, se les discute y ellos solo son la cara visible de un sistema que no funciona. Y, aunque no está en sus manos cambiarlo, esto aún los debilita más. Me gustaría que aquellos de los que sí dependen los cambios se pasasen por un aula e intentasen enseñar a los chicos alguna cosa… En principio, en los centros educativos hay una formación continuada para el  profesorado y la gran mayoría de los que conozco intentan formarse en nuevas tecnologías y nuevas maneras de enseñar, que a mi entender es lo más necesario. Aunque dudo de si es suficiente. 

¿Qué retos plantea la educación en los niveles de Secundaria, que cubren las etapas de la preadolescencia y la adolescencia?

La adolescencia es una época de muchos cambios, nuestros adolescentes están en el siglo XXI y el sistema con el que estudian es del siglo XIX. Sus intereses no tienen mucho que ver con la temática que se les ofrece y esto hace que se desmotiven y estén durante muchas horas al día perdiendo capacidades, cualidades y aptitudes. Nuestro sistema es muy paternalista y con esto solo se consigue educar a adolescentes vulnerables e irresponsables. Creo que hay que trabajar más con ellos la inteligencia emocional, la inteligencia social, la inteligencia medioambiental. La adolescencia es una lucha constante entre el deseo y la razón y, si no trabajamos con ellos a otros niveles, se pierden en el deseo, que como todos sabemos es muy poderoso. Además, la adolescencia es un momento decisivo donde las decisiones que se toman pueden favorecer o perjudicar la juventud, por tanto es el mejor momento para trabajar con ellos los nuevos valores que la sociedad les va a pedir posteriormente y que han cambiado mucho en muy poco tiempo.

¿Cómo debe afrontar el docente las conductas agresivas, irrespetuosas o de boicot a la clase? ¿Cuál debe ser la reacción en el momento y cómo puede actuar posteriormente para solucionarlas a largo plazo?

Las conductas agresivas y disruptivas que se dan en el aula son una fuente de conflictos. Cuando un alumno presenta estas características es que algo en él está fallando. Podemos pasar por un primer momento de extinción, lo que implica no darle mucha importancia, ya que muchas veces los adolescentes que no consiguen llamar la atención de los profesores por méritos propios lo hacen desde la negatividad con este tipo de actuaciones. Pero, si ven que nadie les hace caso, muchas veces dejan esta metodología. Si la conducta persiste, debemos tratar el problema con más profundidad. Generalizar en estos casos es muy complicado, ya que no hay una única respuesta y entran en juego muchos factores, así que dependiendo del caso en el que nos encontremos actuaremos de una manera o de otra, siempre fuera del aula, para contaminar lo menos posible el resto de relaciones. Lo que sí puedo afirmar es que, en muchos casos, si hacemos reír a nuestros alumnos y creamos vínculos afectivos, los problemas dentro del aula son menores. No olvidemos que si conseguimos hacer reír a un adolescente todas sus protecciones, que son muchas, desaparecen. Para mí el sentido del humor y el sentido común son dos aliados perfectos para la educación. 

¿Qué detalles o señales de alarma podemos detectar en nuestros alumnos que evidencien un problema emocional ante el que hay que actuar?

Otra respuesta muy difícil de dar, pueden haber tantas y a su vez pueden ser confusas y contradictorias… Cuando eres profesor y conoces a tus alumnos observas enseguida en sus caras lo que les está ocurriendo, sabes interpretar las señales porque los conoces bien. Estas señales, como digo, pueden ser muchas: el aburrimiento, el hastío, el pasotismo, la mala conducta, respuestas airosas, los cambios de conducta polarizados (están muy bien o muy mal), cambios de amistades repentinas, faltas de asistencia sin justificar, irritabilidad…   

¿Cómo se puede llegar a un estudiante con problemas emocionales que afectan a su aprendizaje?

Todos los problemas emocionales afectan al aprendizaje, está demostrado que es lo que más afecta al rendimiento escolar. Acercarse a un alumno con problemas no es fácil y menos si no hemos creado con él o ella una relación afectiva anterior. Normalmente los tutores son los que deben intentar preguntar e investigar, pero a menudo tropiezan con negativas y evasivas. Se debe buscar el apoyo familiar e intentar seguir una misma línea de acción y, si el adolescente no responde al interés mostrado por el colegio y la familia, se debe acudir a alguien externo preparado para utilizar más herramientas de acción. Los adolescentes son reservados en sus temas y la gran mayoría desconfían de los adultos, así que es fundamental no presionarlos. Muchas veces hay que dejar que encuentren la solución por ellos mismos o que, cansados de la situación, sean ellos los que pidan ayuda. De este modo la predisposición será totalmente favorable y ese es uno de los puntos claves para salir de cualquier problema. Intentar ayudar a alguien que no quiere ser ayudado es muy complicado y, si se trata de un adolescente, más. 

¿Qué técnicas pueden utilizarse para mejorar el rendimiento académico de un alumno, más allá de trabajar los temas propios de la asignatura?

Enseñar a nuestros adolescentes técnicas de estudio es básico y no en todos los colegios se hace. Hay numerosas técnicas y hay que enseñarlas todas, ya que cada persona aprende de manera diferente. Por eso hay que saber cuál es el mejor canal para aprender: hay adolescentes que aprenden por repetición, otros que al explicar la lección a alguien la aprenden, otros que trabajan mejor con el canal visual y de ahí la importancia de enseñarles a hacer esquemas y mapas conceptuales… Otros consejos generales serían los siguientes:

– Enseñarles a trabajar continuamente las asignaturas y no solo en época de exámenes, ya que hay que aprender planificación y organización.

– Valorar de manera continuada el aprendizaje de los alumnos y restar importancia a los exámenes.

– Enseñar técnicas de relajación y aprender a llevar la tensión frente a los exámenes

– Enseñarles a sacar el máximo provecho de sus cualidades, porque no todos podemos ser, ni somos, buenos en todo.

¿Es importante en este tipo de cuestiones la colaboración entre el ámbito escolar y el ámbito familiar?

Vivimos en un mundo que va muy acelerado, que nos exige mucho y que nos resta tiempo de lo que verdaderamente es importante en la vida. ¿Y qué hay más importante que nuestros hijos o la formación de las nuevas generaciones? Sin embargo, parece que nos hemos olvidado. Creo que el contacto familia-escuela es básico, pero para que se pueda producir se deben realizar cambios a nivel social y esos cambios ni dependen de los padres, ni dependen de las escuelas. Los gobiernos, que en estos momentos históricos no están ni mucho menos aplicados en esta labor, deberían empezar un programa de conciliación familiar real y serio. Muchas familias están provocando pequeños cambios a título individual y personal a costa de muchas renuncias, pero no es suficiente y, como siempre, la mujer es la que se lleva la peor parte. La colaboración es básica, ya que la mayor parte del día nuestros hijos están en el colegio y son los profesores los que observan y saben qué es lo que está pasando con ellos. En cambio, los padres los ven pocas horas y están cansados. Además, la implicación emocional que tenemos los padres con los hijos nos hace perder objetividad, y esa nos la deberían aportar los profesores. Creo que hay que dar mucho más valor al criterio del profesor y que estos a su vez se impliquen más. Pero para todo ello se necesitan cambios importantes. Soy optimista y pienso que, si todos pedimos e insistimos en ello, algún día lo conseguiremos. 

 

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