Fernando Alberca: “Una sociedad que descuida la educación es una sociedad que desperdicia y maltrata su futuro”
En su primer libro, Todos los niños pueden ser Einstein, aprendimos que los más pequeños, con una motivación adecuada, son capaces de desarrollar sus capacidades como el más famoso de los genios. Ahora Fernando Alberca publica Tu también puedes ser Einstein y comerte el mundo (Planeta, 2015) y anima a los adultos a que también ellos saquen lo mejor de sí mismos, ejerciten sus talentos y su creatividad. El profesor, orientador y experto en divulgación educativa nos cuenta cómo lograrlo y da algunas pautas a los docentes para que saquen partido a sus capacidades y sean más felices.
¿Resulta que ahora los adultos también podemos ser Einstein y comernos el mundo? ¿No se nos ha hecho un poco tarde?
Fernando Alberca: El talento aguarda dentro de cada a uno a que le saquemos brillo. Nuestra felicidad exige conocernos mejor, descubrir los muchos talentos que aún no hemos descubierto en nosotros y ponerlos en juego para beneficio de todos. La humanidad crece a golpe de talento y todos tenemos un número abundante de talentos que nosotros y todos necesitan.
¿También para los adultos ser como Einstein es cuestión de motivación y método?
Por supuesto, es una ley del ser humano. Encontrar la gasolina (motivación) y saber dónde llegar y en qué etapas (método). Primero hemos de sentir la necesidad de comer, el hambre (motivación), pero luego hemos de saber que por mucha hambre que se tenga, nadie se come una tarta entera de un solo bocado, por apetecible que sea, sino cucharadita a cucharadita (que es el método).
En el caso de los niños, el profesor puede ayudarles a desarrollar sus talentos. Pero, ¿qué ocurre en el caso de los profesores? ¿Cómo pueden ellos sacar el máximo partido a sus propias capacidades y ser más felices?
La docencia es una profesión y un arte; requiere, por tanto, aprender las técnicas que exige como arte y como profesión. Dar bien clase es cuestión a menudo de más técnica de lo que se piensa, además de intuición, conocimiento pedagógico e infantil y adolescente; pero sobre todo es cuestión de cariño: educa mejor y enseña más quien mejor y más quiere al educando.
Hay profesores excelentes en España, que están salvando el sistema. Porque, como siempre he defendido, en el peor de los sistemas posibles (como el nuestro) un buen profesor con un buen alumno hace magia. Y para que un profesor o profesora sea realmente feliz en el desarrollo profesional de su docencia ha de lograr necesariamente que todos y cada uno de sus alumnos sean ellos mismos un poquito más felices gracias a la comprensión, estímulo, enseñanza y actuación del profesor o profesora. No hay forma de que el profesorado sea feliz sin un alumnado más feliz gracias a él.
¿Qué recomendaría a un profesor que quiere ser como Einstein?
Que lea su biografía y que lea este libro, Tú puedes ser Einstein y comerte el mundo, para descubrir también cómo imitar su éxito y el de otros personajes históricos que, al igual que Albert, lograron convertir sus fracasos y dificultades en éxitos necesarios para la humanidad entera. Que aprenda así a descubrir los muchos Einstein que tiene en sus clases, sacando de sí mismo su mejor versión: ese Einstein que aguarda brillar, como hizo Albert, que con 16 aún parecía un chico mediocre y lleno de dificultades.
A los adultos, ¿nos puede el miedo al fracaso?
A menudo alimentamos un concepto equivocado de éxito y de fracaso. Dedico un capítulo a ello en este libro nuevo. Me parece uno de los retos de nuestro siglo: entender el error y el fracaso como el gran tesoro de la experiencia y un decisivo punto de partida del éxito que necesitamos. Es algo que hay que aprender a hacer y de ahí surgió en gran parte Tú también puedes ser Einstein y comerte el mundo.
En el caso de los docentes, ¿qué barreras deben superar para lanzarse a innovar, sacar lo mejor de sí mismos y caminar hacia el éxito?
En cada clase, ante cada examen y actividad, cada tutoría con la familia y cada conversación con compañeros y con el alumno, el profesor debe pensar que el alumno es precisamente el centro de su labor, el protagonista de su propia educación y ha de ser la clave de su cambio, de su estímulo, la chispa que enciende el fuego de la motivación: con su pericia profesional y su implicación personal.
¿Un profesor que se come el mundo educará a niños que serán como Einstein?
Más felices que Einstein. Un profesor se come el mundo de la docencia cuando logra que sus alumnos aprueben, sepan, suban su autoestima, aprendan a enfrentarse a los obstáculos y a superarlos con un esfuerzo satisfactorio. Que sepan más de lo que él sabe. Que sean mejores personas de lo que eran antes de que él entrara en juego en su vida como profesor. Un mundo apetecible, posible en gran parte, la que necesita cada alumno y necesitamos todos como sociedad. Porque una sociedad que descuida la educación es una sociedad que desperdicia y maltrata su futuro, entregándolo al caos o a los intereses de otros, en perjuicio de todos sus ciudadanos.
¿Qué podemos aprender los adultos y, más en concreto, los profesores, de los personajes que nombra en su libro: Albert Einstein, Rudolf Nureyev, Steve Jobs, Marie Curie, Teresa de Calcuta o J. K. Rowling?
En el libro analizo cada uno, sacando una síntesis de lo mucho que podemos aprender de ellos si observamos lo que hicieron y lo adaptamos en parte a nuestra vida: la motivación, el esfuerzo, la habilidad para buscar a otros, la innovación y creatividad unidas a la lógica y al orden, la paciencia y esperanza ante la dificultad, o la constancia que alimenta y hace posibles los sueños más grandes y necesitados. Estas son, entre otras muchas cosas, las que se analizan en el libro, y son asequibles para todos, en todas circunstancias.
¿Debemos hacer lo que nos hace felices o aprender a ser felices con lo que hacemos?
Lo primero en lo segundo. Me explico, debemos evitar lo que nos genera infelicidad de verdad, no lo que nos incomoda o nos exige esfuerzo, renuncia, riesgo o lo que no nos apetezca. Los problemas y la felicidad se dan juntos en la vida real, porque la vida está llena de problemas y la posibilidad de felicidad es una realidad que hacemos. Por eso, debemos hacer lo que nos haga felices, pero descubriendo la felicidad –que es posible y asequible– en lo que estemos haciendo y en las circunstancias en las que nos encontremos. Porque la felicidad no depende de las circunstancias. En las mismas situaciones hay personas que logran ser muy felices y otras muy infelices. Se trata, por ello, de aprender a ser felices y evitar también la auténtica infelicidad.
En resumen, ¿cuál diría que es el secreto del éxito y la felicidad?
Conocer bien cómo somos cada uno y cómo son quienes tenemos más cerca. Así encontraremos más motivos y facilidad de amarles más como son realmente; mejoraremos nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás –otro capítulo del nuevo libro–; descubriremos que somos más queridos de lo que a menudo percibimos y que tenemos aun mucha más capacidad de querer con hechos, de adelantarnos a la realidad y con detalles pequeños –asequibles, fáciles, posibles– para cambiar esa infelicidad que podemos empezar a sentir o a temer. Todos estamos perfectamente diseñados para poder ser felices. Basta aprender a ponerse en la órbita de la felicidad. Vivir de verdad plenamente es llegar a ser feliz.
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