Organiza tus clases para motivar a tu alumnado
La desmotivación del alumnado es actualmente uno de los mayores retos a los que se enfrenta el profesorado. Y aunque esta desmotivación dependa a veces de factores externos a la escuela y sus límites, puede reconducirse desde el aula. En este artículo os ofreceremos algunos consejos que os ayudarán a lograrlo.
La motivación es uno de los fundamentos más sólidos de todo proceso de aprendizaje, dentro y fuera de la educación reglada. Lamentablemente, entre profesorado y alumnado cunde la sensación de que esta base educativa imprescindible se está deteriorando a marchas forzadas.
En las próximas líneas os explicaremos cómo podéis recuperar ni que sea una parte de esa motivación perdida en vuestras clases, a partir de una serie de consejos para organizarlas y gestionarlas.
Participación e implicación
Como docentes, probablemente os enfrentáis a diario a elevadas ratios de alumnado, dificultando su participación y, por tanto, también su implicación en las tareas y contenidos que impartís. Y eso supone que una parte de vuestro éxito resida en una mayor singularización de vuestra enseñanza. Pero ¿cómo podéis alcanzar esa personalización?
- Apostad por trabajos grupales y de carácter colaborativo en el aula, y que luego deban ponerse en común con el resto de la clase. Segmentar el grupo clase os ayudará a pasar de una elevada cantidad de alumnos a una cantidad de grupos inevitablemente más reducida. Eso facilitará que podáis prestarles una atención más próxima y concentrada. Las dinámicas grupales suelen funcionar bien en este sentido, pero evitad que el alumnado pierda el hilo de la clase marcando tanto los objetivos a alcanzar como el tiempo que pueden dedicarle. Si es excesivo corréis el riesgo de que vuestros alumnos y alumnas interpreten estos ejercicios como tiempo libre, generando desafección hacia la materia.
- Si impartís vuestras materias a través de clases magistrales, es muy recomendable que durante su desarrollo vayáis haciendo preguntas a vuestro alumnado. Además de ser una forma de aseguraros de que están siguiendo vuestro razonamiento, también sirve para implicarlos en lo que les estáis explicando. Y si podéis utilizar estas preguntas para vincular vuestra materia con sus opiniones o vivencias personales, mejor aún.
- Haced de las dudas de vuestro alumnado una forma de aprendizaje. Convertir vuestras clases en espacios en los que el alumnado pueda preguntar sin miedo a ser juzgado o ignorado es una muy buena manera de conseguir su implicación. Además de sentirse escuchado, evitará en gran medida la desmotivación que genera el no entender la materia que se está enseñando.
Pero para que este último punto encuentre su acomodo, será necesario que el aula y las metodologías que utilicéis sean igualmente acogedoras.
Un buen clima es la base de todo
El aula o el espacio donde se produzca el aprendizaje que deseáis es un elemento importante de cara a hacer que el alumnado se sienta cómodo. Hay factores que pueden contribuir a ese bienestar que escapan a nuestro control, como si cuenta con luz natural o la calidad de su acústica. Pero también hay muchos otros que sí están en nuestras manos, y que os apuntamos a continuación:
- La decoración: Este es un elemento que, pese a darse por sentado, se trabaja relativamente, provocando que muchas aulas sean iguales entre sí aunque cuente con grupos de alumnado diferentes. En la medida de lo posible, puede ponerse remedio a esta situación ofreciendo a los propios alumnos y alumnas que aporten algún elemento decorativo. Aunque os recomendamos que les hagáis presentarlo ante el resto de la clase, para que así podáis razonar y consensuar con ellos y ellas su presencia en el aula.
- La distribución del alumnado: A cada tipo de aprendizaje le corresponde otro de enseñanza. Y eso puede incluir una determinada distribución de los diferentes elementos y agentes que intervienen en clase. Alumnado, profesorado y el mobiliario que suele acompañarlos, como pupitres o sillas, pueden resituarse en aras de un clima de aprendizaje mejor. Pero teniendo siempre en cuenta que cada distribución debe responder a unas necesidades educativas determinadas. Cada actividad en el aula, o incluso el rol que juguéis en ella, puede implicar algún cambio de distribución del alumnado. Y tened en cuenta otros factores como puedan ser su edad y grado de autonomía respecto al profesorado para acometer sus tareas.
- La creación de pequeños espacios destinados a una función pedagógica determinada: La división del espacio del aula en pequeños sectores ayuda al alumnado a encontrar un lugar donde llevar a cabo una tarea determinada y hacerlo con menos distracciones. Igualmente es una buena forma de facilitar el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), ya que permite el trabajo grupal en diferentes espacios, simultánea y colaborativamente.
Todos estos aspectos harán de sostén de la participación que podáis generar desde vuestra posición de profesorado, y también os ayudarán a gestionar mejor los conflictos que pueden darse y se dan en el aula ni que sea esporádicamente.
De la gestión del aula a la del conflicto
Una clase bien gestionada pasa por respetar unas mínimas normas de comportamiento por parte de todos los agentes implicados, para que el aprendizaje se desarrolle adecuadamente. Pero aun cuando existe esta voluntad, en ocasiones siguen apareciendo conflictos que deberéis gestionar. Lo que podéis hacer a partir de los siguientes consejos:
- Plantead las normas desde el inicio: Mejor pocas normas que se hagan respetar a que haya muchas y os veáis obligados a relajarlas. Pero independientemente de su cantidad, que dependerá del contexto en el que deis vuestras clases, ponedlas en conocimiento de vuestro alumnado cuanto antes mejor. Planteadlas como un contrato sobre cómo van a desarrollarse las clases que no solo les obliga a ellos y ellas sino también a vosotros a cumplir con ese pacto de mínimos. Así se convertirá en la base de vuestra autoridad en la gestión que iréis haciendo a lo largo del curso. Al respecto, os recomendamos encarecidamente que toda norma o regla tenga una justificación: garantizar el aprendizaje de todo vuestro alumnado.
- Practicad la observación y escucha activa: Algunos de los conflictos que ocurren en clase tienen su origen en el exterior de la escuela. La observación y la escucha activa son los dos mejores métodos que tenemos para detectarlos, lo que nos permitirá acoger al alumno o alumna prestándoles nuestra ayuda sin imponérsela.
- Sed empáticos: Partiendo del equilibrio que debe haber entre el desarrollo de la clase y las necesidades de vuestro alumnado, intentad atenderlo desde una postura respetuosa y positiva. Hacedlo sin sobrepasaros en vuestras funciones como docentes, teniendo en cuenta que su rol de alumnos y alumnas no devalúa la consideración que se les debe como personas. Esto puede traducirse en recoger sus peticiones o comentarios y darles la forma de actividades o vinculándolos a contenidos de vuestras asignaturas.
¿Cómo motiváis a vuestro alumnado? Compartid vuestras estrategias para conseguirlo y este post con vuestros contactos.
Para saber más:
Video: TedXTalk: Cuando la “motivación” desmotiva, por Laura Lewin.
Artículo: Motivación escolar, inteligencia emocional y rendimiento académico en estudiantes de educación secundaria obligatoria, por Pablo Usán Supervía y Carlos Salavera Bordás.