Educación emocional: Cómo y porqué introducirla en tus clases

24 de Octubre 2024

Educación emocional: Cómo y porqué introducirla en tus clases

Experiencias educativas

La educación emocional es una de las tendencias educativas más pujantes y extendidas de los últimos años. Su implementación permite la adquisición de las habilidades necesarias para desarrollarnos emocionalmente desde un lugar seguro, que permite acceder a una vida más plena.

Llamamos inteligencia emocional a la capacidad de las personas para reconocer, entender y gestionar las emociones propias y ajenas. Se trata de una habilidad muy importante, que nos permite comunicarnos con efectividad, empatizar con otras personas y superar desafíos. Es por eso por lo que es igualmente relevante el trabajar la educación emocional en el aula. Porque, más allá de su repercusión en el rendimiento académico de vuestro alumnado, les permitirá desarrollarse de forma integral.

 

Una breve aproximación a la educación emocional

Las emociones son un aspecto fundamental de nuestras vidas hasta el punto en que su mala gestión puede dañarnos. Y no faltan situaciones o acontecimientos que nos lleven a evitar su gestión para así no tener que afrontar emociones como la tristeza, la rabia o el miedo.

 El paso de la pandemia del covid-19 puso sobre la mesa una problemática que ya hace tiempo que existe entre nosotros, y más especialmente (que no únicamente) entre la gente joven o incluso la infancia. La depresión o los trastornos de ansiedad son algunas de las consecuencias más comunes de situaciones que muchas veces no sabemos como gestionar adecuadamente.  Para poder superar estas y otras dificultades es necesario que nos eduquemos en nuestras cinco competencias emocionales:

  • Conciencia emocional: reconocimiento de las emociones propias y ajenas. 
  • Regulación emocional: capacidad para responder adecuadamente ante las emociones que experimentamos.
  • Autonomía emocional: garantiza el equilibrio entre sensibilidad y vulnerabilidad, dejándonos sentir las emociones sin hacerlas ingobernables.
  • Competencia social: habilidades sociales que nos permiten relacionarnos con los demás y desarrollar nuestras emociones juntos.
  • Habilidades vitales para el bienestar: conjunto de habilidades que nos permiten obtener bienestar.

Dentro de este contexto, la educación emocional es el proceso educativo, que se da de forma continua y a lo largo de la vida, encargado de potenciar el desarrollo de estas competencias. Y de hacerlo para alcanzar el bienestar personal y social de las personas.

 

La escuela: un espacio emocionalmente seguro

La escuela aspira a ser un entorno seguro para todas estas personas a partir de principios que contribuyen a un desarrollo emocional sano. Principios que podéis implementar en vuestras clases, y que os apuntamos a continuación:

  • Respeto: un elemento fundamental, ya que permite la honestidad emocional de todo el alumnado. El objetivo es lograr un clima donde el alumnado, los docentes y el personal del centro educativo se traten con respeto, y así poder crear un espacio seguro y estimulante. Eso no significa que todo valga, ya que determinadas expresiones emocionales como puedan ser el enfado o el disgusto deben ser tratadas con cierta cautela en este contexto. Pero mientras se expresen desde el respeto hacia los demás no hay una emoción que no pueda tener cabida en el aula. En la medida de lo posible, regulad y cuestionad desde el respeto y sin nunca censurar, gestionando el conflicto en la medida de lo posible.
  • Escucha activa: la capacidad de escuchar está estrechamente relacionada con la de generar un ambiente emocionalmente sano. Si el aislamiento o la sensación de incomprensión son dos de las causas más evidentes de un mal desarrollo emocional, la escucha activa es su remedio. Pero para alcanzarla hay que establecer las condiciones necesarias, como pueden ser un entorno de silencio y con un número de hablantes y oyentes más o menos reducido. Y recordad que los primeros y primeras que deben ejercer esta escucha activa sois los y las docentes. Sin ella, fallará algo tan fundamental para una buena inteligencia emocional en el aula como es la comunicación entre profesorado y alumnado, y que es la base de la confianza.
  • Generar espacios y tiempo para la expresión personal: podemos compartir las emociones siempre y cuando logremos expresarlas. Y siendo algo difícil de hacer en ocasiones, no hay mejor modo de hacerlo que en compañía. De esta forma se compara y ajusta el modo en que se expresan y, por el camino, se toma conciencia de que todos y todas las sentimos en mayor o menor grado. La gestión del propio espacio del aula y la temporalización de las clases son claves para conseguirlo.
  • Dejar espacio a la creatividad artística: no hay mayor campo de expresión emocional que el arte. Las emociones pueden expresarse de forma más completa y veraz en un dibujo, pintura o canción que en una conversación. Y en cualquier caso todas estas obras artísticas dan pie a hablar sobre lo que las impulsa. Lo que permite una mayor comprensión del estado emocional de sus autores o autoras. Animar al alumnado a que se exprese a través de diferentes disciplinas artísticas para llevar a cabo algunas de las tareas que les encomendéis es una buena manera de introducirlo.

 

Métodos y estrategias para trabajar las emociones en el aula

Si todo lo anterior colabora a generar un ambiente emocionalmente sano en el aula, también podemos establecer algunas estrategias más concretas para tratar las emociones en el aula de forma directa, como objeto de estudio. Y para hacerlo os proponemos las siguientes actividades:

  • Utilizad obras de arte en el aula para ilustrar estadios emocionales: si ejercer de artistas puede ser algo muy beneficioso para las emociones de vuestro alumnado, también lo es el exponerse a obras de arte de otras personas. Y tratarlas precisamente desde el aspecto emocional que contienen, tendiendo puentes con vuestro grupo clase a pesar de que sean obras con siglos de antigüedad. En edades más tempranas, existe un buen número de piezas creativas, desde la película Del revés hasta el libro El monstruo de colores, que puede facilitar esa misma función.
  • Plantead ejercicios de autoreflexión que hagan que el alumnado deba repensar cómo se siente: aprovechad determinados momentos del curso (su inicio y su final pueden ser los más adecuados) para que vuestro alumnado se encuentre consigo mismo ¿Y qué mejor forma de hacerlo a través de una reflexión personal? Esta que puede ser escrita o tener la forma de una narrativa digital de carácter autobiográfico lo que ofrece la ventaja educativa de impulsar su alfabetización digital.
  • En edades tempranas, pueden promoverse debates sobre emociones a partir de juegos para identificarlas a través de la interpretación de expresiones o gestos. Y a partir de ahí empezar una ronda de reconocimiento de las emociones detectadas por parte del alumnado en sus vivencias cotidianas.
  • Organizad programas de acompañamiento entre iguales en cursos de secundaria. Plantead actividades para facilitar la integración del alumnado de primero de la ESO, estableciendo una relación de ayuda y de intercambio mutuo entre compañeros. Estos programas de apoyo proporcionan un espacio seguro para compartir experiencias, y facilitan estrategias para gestionar las emociones.

 

Y no podemos terminar sin mencionar la forma más transversal de educar en las emociones en el aula y ya sea como principio o actividad aplicada: hacerlo desde el ejemplo, asumiendo todas las imperfecciones que llevamos con nosotros en esta tarea.

¿Trabajáis la educación emocional en vuestras clases? ¿De qué forma la implementáis? Compartidlo junto a este post con vuestros contactos.

 

Para saber más:

Artículo: El papel de las emociones en el aula de Educación Infantil, de Elisa Trujillo González, Esperanza María Ceballos Vacas, María del Carmen Trujillo González y Cristina Moral Lorenzo.

Video: Los beneficios de la inteligencia emocional para nuestros hijos, por Daniel Goleman.